Ariadna era una gran estudiante y se había licenciado en medicina con muy buenas notas. También es verdad que le había supuesto un gran esfuerzo y dedicación, pero ahora le había llegado el premio; seguir sus estudios de especialización en neurología en la universidad Californiana de UCLA, en Los Angeles. Había conseguido contactar con un prestigioso neurólogo de aquella universidad en un foro de neurología de internet. Ella planteó en el foro algunas preguntas para desarrollar su tesis sobre la epilepsia y el Dr Murchinson se mostró interesado en el tema. Siguieron conversaciones y videoconferencias que llevaron a que el Dr Murchinson le consiguiera una beca para terminar los estudios en UCLA y realizar su doctorado con él. No le costó nada decidir mudarse a California. No tenía mucha relación con sus padres; él les abandonó cuando ella era niña y hace tres años su madre se mudó a otro país con su nueva pareja. Su hermano mayor vivía en Australia y romper con su novio no fue difícil; al fin y al cabo era un idiota. Le ilusionaba tremendamente la nueva etapa que iba a empezar en su vida.
La Sra. Murchinson también le dio una gran bienvenida.
- Evidentemente que no vamos a dejar que tengas que alojarte en el campus. Esas habitaciones compartidas son un agobio y no es el mejor ambiente para estudiar. Nuestra buhardilla está acondicionada con cocina y baño. Lo hicimos para nuestro hijo pero cuando se casó quedó vacía. Para nosotros no es ninguna molestia que te alojes ahí. ¿verdad cariño?
- Evidentemente que no. Ahí tendrás tranquilidad para el estudio y lo puedes pagar ayudándome en el laboratorio.
La Sra. Murchinson era cirujana y dueña de una pequeña clínica de cirugía estética. Su difunto padre había sido cirujano también y le había dejado una fortuna. De hecho, Ariadna se enteró de que su fortuna era lo que le permitía a su marido seguir con sus investigaciones. La universidad le había retirado los fondos destinados a sus investigaciones por llevar años sin conseguir resultados efectivos y por alguna acusación del comité de ética de no cumplir las normas en algún experimento.
- Es imposible cumplir todas las leyes. Todo el mundo lo sabe pero había quien me tenía ganas. Envidia y antiguas rencillas.
Ariadna vivía sumergida en el estudio y el trabajo en el laboratorio. Acudía a las mañanas a clase y cuando libraba iba al laboratorio a ayudar al Dr. La tarde-noche la utilizaba para estudiar y ordenar sus apuntes sobre lo que veía en el laboratorio. Estaba aprendiendo mucho de la experiencia del Dr. Diseccionaban cerebros humanos reales y experimentaban con monos.
El DR. le hizo firmar un contrato de confidencialidad por el que le prohibía revelar cualquier información de lo que veía en el laboratorio. Condición sine qua non para que él le dirigiese su tesis. Era normal, ya que el Dr. tenía varios rivales en la universidad que ya antes le habían plagiado su trabajo. Y Ariadna tenía el privilegio de seguir las investigaciones desde dentro y que el Dr. le ayudase en sus propios estudios.
- Si todo va bien tu doctorado sobre la epilepsia puede ser el único que proponga una solución real a la enfermedad. Imagina lo que supondría. Pero para eso antes tenemos que desarrollar el implantado de chips en humanos.
El estaba trabajando en eso y ya lo hacía con monos con bastante éxito. Había logrado controlar el comportamiento de esos animales y reducir agresividad u otros problemas. También había logrado recuperar el movimiento de miembros, la visión o la audición con el implante de chips cerebrales.
A Ariadna le daban pena los animalitos pero solo pensar en el beneficio que podría suponer para numerosos problemas en seres humanos se daba cuenta que valía la pena. ¿Si conseguía curar la epilepsia? ¿O al menos controlarla? Sería famosa con su doctorado.Estaba siendo testigo de descubrimientos asombrosos. Con una simple tablet conseguía acceder al chip cerebral y acceder a diferentes zonas del cerebro, consiguiendo diferentes efectos en el comportamiento del animal. Conseguía mover miembros que permanecían paralizados en monos que previamente habían sido sometidos a lesiones encefálicas. Quizás el comité de ética hubiese tenido algo que decir sobre eso... la verdad es que Ariadna se iba acostumbrando a esas prácticas y priorizaba los resultados a sus sentimientos de empatía por el sufrimiento de aquellos animales. Los resultados eran asombrosos y ella se beneficiaría de ello.
- Solo nos falta probarlo con humanos.
- ¿Pero es suficientemente seguro para eso?¿El comité de ética daría permiso?
- Si supieras cuantas pruebas se hacen sin aprobación del comité... Otra cosa es cuando quieres publicar algo, entonces hay que escribir todo eso de consentimiento informado, evaluación de riesgos bla bla bla... Burocracia rutinaria.
- Deja el coche ahí mismo y entra un rato. Tengo que enseñarte algo.
Entraron a una sala en el interior de la clínica y la Sra. Murchinson le trajo un zumo fresco que fue bebiendo mientras visitaban la clínica. Lo último que recuerda Ariadna es sentirse mareada y una enfermera junto a la Sra. Murchinsons ayudandole a sentarse en una camilla.
Cuando se despertó estaba tumbada en un colchón en el suelo. Llevaba una camisa de fuerza que no le permitía moverse y una mordaza en la boca. Veía las placas de escayola rectangulares del techo y una luz fluorescente. La habitación tenía suelo de baldosa y paredes de azulejo blanco con una franja azul. Una ventana traslucida dejaba entrar luz del exterior.
Entonces entró aquella enfermera. Ariadna se quejaba e intentaba gritar pero la mordaza no le dejaba. Se retorció pero la enfermera era más fuerte de lo que su físico denotaba y la levantó fácilmente y la arrastró al medio de la habitación, donde la dejó atada con una cadena a una argolla que colgaba del techo.
- Estate tranquila que ahora te explican todo.
Entonces escuchó la voz del Dr. Murchinson por un altavoz. Ni siquiera se lo dijo a la cara.
- Tienes que entender que prefiero que no haya más interacción entre nosotros hasta después de la implantación del chip. Entiendo que te puedas sentir asustada y traicionada y no quiero hacer esto más violento. Hemos hecho una buena amistad pero esto es por la ciencia, tienes que entenderlo.
Así el Dr. le explicó como le iban a implantar un chip en el cerebro como hacía con los chimpancés. La clínica de su mujer había sido vaciada y solo quedaban unas enfermeras de confianza.
- Mi mujer es cirujana y me va a ayudar, no te preocupes, todo saldrá bien. Yo tengo experiencia con los monos y el cerebro humano no es tan diferente, y mi mujer tiene buenas manos. Siento si ha habido algo de brusquedad pero ha sido lo estrictamente necesario para conseguir tu colaboración. Se que es difícil para ti pero a la vez es necesario. No todo en la vida son tus estudios. Hay cosas mucho más importantes que tu tesis doctoral, entiéndelo. Esto está a otro nivel. Aportarás mucho más a la ciencia con esto que con tu tesis. Yo me ocuparé de desarrollar lo que pretendías y cumplir tus objetivos científicos. Tranquila que yo te cuidaré bien. No te preocupes.
Se apagó el audio y Ariadna se quedó intentando gritar, agitándose y luchando por soltarse. Media hora más tarde estaba agotada y rendida. Una hora más tarde entró la misma enfermera y le pinchó en el muslo inyectándole algo.
- Tranquila no es nada. Rutina del preoperatorio. Todo va a ir bien.
Ariadna temblaba. Sentía las piernas flojas y se notaba desfallecer, porque estaba hiperventilando. Intentó controlar la respiración, contando al inspirar y exhalar el aire. Su mente no podía procesar lo que le estaba pasando. No podía ser real. Era como un sueño malo, una pesadilla, o una película de horror.
Pero al rato vinieron a buscarle y todo se volvió tremendamente real. Aquello estaba sucediendo! Se revolvió, peleó, pero acabó sentada y atada a una silla recorriendo un largo pasillo de paredes blancas.Le dio un vuelco el estómago cuando se abrió la puerta y entraron al quirófano. Ahí estaba la Sra. Murchinson con bata, mascarilla y guantes.
- No te preocupes cariño. Todo va a ir bien.
¿Por que le decían todos lo mismo? ¿Cómo iba a ir bien si le iban a taladrar el cráneo para implantarle un chip con multitud de microhilos atravesando el cerebro hasta sus diferentes partes? Ellos le llamaban ir bien a conseguir realizar la operación sin daños mayores, como ya habían conseguido con algunos primates, pero como iba a ser "ir bien" para mí si luego mi cerebro iba a ser controlado desde un programa informático?
Yo no podía dejar que me hicieran eso. No podía dejar que pusieran mi integridad física en peligro y que en el mejor de los casos y que la operación fuera un éxito perder el control de mis funciones cerebrales, pasando a ser este controlado por personas externas a mí. Peleé, me revolví, luche todo lo que pude pero me desataron de la silla y me ataron a la mesa de operaciones.
Empecé a desesperarme. Me di cuenta que no tenía escapatoria y en ese momento de desesperación tuve una visión clara de todo lo que eso suponía y me vinieron recuerdos de toda mi vida, tal y como dicen que pasa cuando vas a morir. En realidad, ya no iba a ser la misma y era como una muerte en vida de Ariadna. Ya no iba a ser más dueña de mis decisiones. Ni siquiera de mi propio cuerpo. Me vinieron sentimientos de arrepentimiento por haber abandonado tanto a mi familia y amigos y centrarme tanto en estudios y trabajo. Había sido demasiado ambiciosa y egocéntrica. Todos estos pensamientos venían a mi mente cuando el gas de la mascarilla iba haciendo su efecto. Me sentía sola en el mundo y toda esta situación era consecuencia de haber abandonado a los míos juntarme con gente como yo, que pone su ambición y como prioridad por encima de las demás personas. Todo se fue difuminando hasta caer en un sueño profundo.Desperté enchufada a una máquina y llena de tubos. Me dolía tremendamente la cabeza y no podía moverme. Veía todo borroso pero pude ver la silueta de una persona acercándose y cambiando la bolsa de liquido que colgaba sobre mí con un tubo que llegaba a mi brazo.
- No te preocupes. Esto te ayudará y en un ratito estarás mejor.
Todo fue haciéndose más borroso y me dormí otra vez. Tengo recuerdos borrosos de aquellos días. Mezcla de dolor, voces, luces blancas, figuras borrosas alrededor mío y olor a medicamentos. Poco a poco fui siendo más consciente hasta que me trasladaron a otra habitación.
- Debes permanecer quieta y tranquila. El dolor es normal y poco a poco irá remitiendo. Hemos quitado la morfina y estamos con un tratamiento más suave. Empezaremos con una dieta blanda y ya vas a ver como todo vas a ir a mejor poco a poco.Los siguientes días los pasé atada a aquella cama sin poder moverme. Las enfermeras hacían visitas para alimentarme, darme medicación, controlar mi tensión, sacar sangre y limpiarme.
- Hola Ariadna. Esa fue la primera visita de la Sra. Murchinson. Me alegra verte mejor. Todo ha ido según lo previsto y pronto podrás moverte un poco. Siempre con mucho cuidado, despacito y sin mover mucho la cabeza. Ya te dije que estuvieses tranquila, que todo iría bien. Estas en buenas manos. Los siguientes días iras mejorando pero debemos ir poco a poco. Intenté hablar pero no pude. Tampoco veía.
- Tranquila. Hay funciones cerebrales que se han podido ver afectadas por la operación pero irás recuperándolas. Hay pequeñas lesiones internas que el cerebro necesita un tiempo para regenerar.
Unos días más tarde me soltaron la cabeza y me limpiaron el corte por donde habían accedido a mi cerebro. Me pusieron un vendaje que también me tapaba los ojos. Supongo que era porque yo estaba muy nerviosa por no tener vista y pensaron que así me tranquilizaría. - Estate tranquila, es lo mejor. Solo son 9 días desde la operación y los doctores dicen que es normal. Confía en ellos. ¿Confiar? ¿en una técnica quirúrgica del cerebro experimental solo probada en primates, efectuada por una cirujana plástica y un doctor que solo había operado monos?
- A ver. La paciente se está moviendo demasiado. Debemos evitar movimientos bruscos de cabeza todavía.- Sí doctora. Lo siento. Enseguida le inyecto un tranquilizante.
- Mejor. Controladme eso que si ella no atiende a razones hay que tomar medidas. El Dr. ha sido claro con eso. Que no se levante ella y que no levante la cabeza.
Una semana más tarde me dejaron levantarme pero bajo estricto control. El dolor de cabeza había desaparecido prácticamente, pero no la confusión mental. Podía articular palabras pero me costaba formar frases enteras de forma coherente
- Te sentirás débil pero es normal. Todavía te estamos dando calmantes y tantos días inmovilizada tendrás la musculatura débil pero poco a poco te irás recuperando. Sigue las instrucciones de las enfermeras y nos vemos en unos días. Efectivamente, mi vista era borrosa y mis pensamientos confusos.
- La doctora ha dicho que debes permanecer tranquila y no agobiarte. Ahora túmbate y echa una siesta. Te inyectaré un tranquilizante.
Las piernas apenas obedecían mis ordenes y andaba con dificultad. Tampoco podía controlar mis esfínteres.
- Venga no llores, todo mejorará.
Aquel día recibí la visita del Dr. y la Dra. Murchinson.
- Tranquila cariño, Donald sabe lo que hace y estas en buenas manos. No podrías estar en mejores.
- Pero yo no quiero... yo quiero... yo no quiero esto.
- Estas ayudando a la ciencia, es lo que querías. Estamos juntos en este proyecto. Es algo único y tú formas parte de ello.
- Sí cariño, tranquilízate. Se que te llevará un tiempo, pero ya te acostumbrarás.
- ¿A parecer boba?¿a mearme encima?
- Tranquila. Es poco tiempo de la operación y vamos a ir viendo como evolucionan esos aspectos. De todas formas, una vez pasado un tiempo ya empezaremos a utilizar el software. Una vez conectado a tu cerebro no solo controlaremos esa partes que se han visto negativamente afectadas sino que desarrollaremos nuevas capacidades. Tenemos un camino muy largo que recorrer, lleno de grandes expectativas y experiencias nunca antes vistas.
- Va a ser alucinante.